El maestro sanador de Arlós

Acta del pleno del 13 de octubre de 1899.

En nuestro artículo anterior comentábamos la visita que había hecho al concejo el inspector educativo, Dimas Rojas González, en 1898 y como de su informe no habían salido muy bien paradas las escuelas del municipio por sus condiciones higiénicas, la masificación y, en algún caso, por la labor de los maestros. Todo eso se juntó en el caso de Arlós.

Probablemente, aunque en el acta del pleno en el que se leyó el informe del inspector no aparece con claridad y de la advertencia que trasladó a la corporación de vigilar más estrechamente la administración del material comprado para las escuelas, venga la causa primera del expediente que se abrió al año siguiente, 1899, al maestro de Arlós, Manuel Rodríguez Pérez. Un expediente que sería abierto por la Junta Local de Primera Enseñanza y luego remitido, como era preceptivo al gobernador.

Así el asunto llegó al pleno del 13 de octubre de 1899, presidido por el alcalde Ramón García Miranda, y en él la corporación señala que al analizar las pruebas de descargo presentadas por el docente «debe tenerse muy en cuenta que los testimonios que éste ha presentado, son amigos y llamados por él», testigos que «han declarado en cuanto al servicio y el menage [sic] de la escuela todo lo contrario á lo que la Junta Local de este concejo ha observado cuando giró la visita á dicho local escuela».

Acta del pleno del 13 de octubre de 1899.

Y por si fuera poco el hecho de que no cuidara como tenía que ser del material escolar, su conducta también era cuando menos peculiar. Los concejales que giraron la inspección detectaron que el maestro «viaja a los mercados con muchísima frecuencia» y lo que resulta más llamativo: «que se ocupa de la medicina está bien demostrado, toda vez que ha expedido recetas con su firma como lo han visto varias personas».

Y claro está en los tiempos que corrían, no podía faltar la opinión del párroco que tampoco resultó ser favorable al maestro, vía informe y que la corporación pide que sea respetado «y atenerse en un todo á lo por él manifestado antes que al de ningún otro vecino de la referida parroquia de Arlós».

Al día siguiente, 14 de octubre, el asunto vuelve a surgir en el pleno el asunto y se nos facilita algún detalle más. El primero es que el informe municipal había sido solicitado por la Junta Provincial de Instrucción Pública; el segundo que los testigos aportados por el maestro atestiguaron que era un fiel cumplidor del horario lectivo, a pesar de que «está bien demostrado que los primeros testigos declararon la verdad y espontáneamente están bien informado pues han venido tan solo porque ven las muchas faltas en aquella escuela», tal y como se recoge literalmente en el acta plenaria.

Acta del 14 de octubre de 1899.

Otro dato nuevo que se nos ofrece es que cuando la comisión municipal visitó la escuela «ni había libros ni menage [sic] que valen la suma de cinco pesetas por más que el Señor Maestro diga otra cosa». Por otro lado, se confirma que era habitual verlo en los mercados de Avilés y de Oviedo «no solo para comprar lo que la escuela necesita sino para otros asuntos a que se dedica y entre ellos á curar enfermos, hasta el punto de expedir recetas con su firma como lo han visto algunos individuos de esta corporación».

Tampoco libraba del análisis su actitud hacia la religión especialmente hacia el precepto pascual, siendo imposible encontrar «testigo alguno que pueda afirmar si cumple o no» con esa obligación.

No conocemos el resultado final del informe, pero el hecho de que el periódico El Progreso de Asturias publicara el 15 de octubre de 1901, la noticia de que la escuela de niños de Arlós, dotada con 625 pts., se iba a cubrir por concurso de turno único y que los aspirantes tenían 30 días para hacerlos, nos hace sospechar que la investigación pudo haber concluido con la destitución de Manuel Rodríguez Pérez como maestro de la parroquia.

Acta del 14 de octubre de 1899.

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