Iglesia de san Martín de Cayés

La parroquial de Cayés en una imagen del año 1917.

El aspecto actual de la iglesia parroquial de Cayés, dedicada a San Martín, lo debe todo a los años finales de la década de los años 20 del siglo pasado, cuando el párroco Manuel M. Antuña puso su empeño y dedicación a mejorar tanto el edificio como el cementerio anexo, dándole un nuevo aspecto a la construcción, tal y como podemos apreciar fijándonos en las dos fotografías con las que abro este artículo.

La iglesia en una imagen tomada por el autor en 2005.

Antes de eso, la primera noticia relacionada con este templo que localizamos en la prensa, concretamente en el periódico La Época el 28 de febrero de 1850, es la del nombramiento De Francisco Álvarez Nava como párroco de Cayés, iglesia que en 1866 recibirá la ingrata visita de los ladrones, quienes se llevaron las joyas de la iglesia, sin que la noticia aparecida en el rotativo La Esperanza el 1 de octubre de ese año, de más detalles al respecto.

La prensa será la fuente de información fundamental para seguir las sucesivas obras llevadas a cabo en la parroquial, con un primer punto de atención en el año 1915, en el cual sabemos, gracias a la Revista Asturias, que están próximas a su finalización las obras en el templo, sin que se nos proporcione información adicional, así que no podemos saber el alcance de las mismas.

Revista Asturias, 20 de junio de 1915.

Las obras más en serio parece que dieron comienzo, o al menos esa era la intención, en el año 1923, cuando el corresponsal de La Voz de Asturias, informa de la realización de «obras de alguna importancia en la iglesia parroquial de Cayés, a fin de dar cumplimiento a una cláusula testamentaria de D. Juan Álvarez Quintanal», obras a las que también contribuirán los vecinos de la parroquia con el fin de «dar más amplitud a dichas obras con lo que ganará mucho en esbeltez».

La Voz de Asturias, 2 de septiembre de 1923.

Será el diario Región el 29 de enero de 1931, quien nos dejará un listado detallado de las obras llevadas a cabo bajo la dirección del párroco Antuña, durante el quinquenio anterior. Obras que habían dado comienzo en 1925 dotando a la iglesia de un nuevo presbiterio, obra que superó ligeramente las 5.700 pts de la época, de las cuales 2.000 salieron del testamento de Juan Álvarez Quintanal, y el propio párroco aportará poco más de 2.800 pts. El resto del dinero se obtuvo por medio de limosnas y aportaciones de particulares

La Fábrica de Explosivos facilitó la madera para el techo, la bóveda, ventanas, puerta y andamios, además de pagar al carpintero. Por su parte, Cerámicas Guisasola aportó todo el ladrillo necesario y corrió con los gastos del decorado interior del nuevo presbiterio.

Cuatro años después, en 1929, se concluyeron las obras del cementerio, iniciadas un año antes, por un importe de 3.149,99 pts., sufragadas con el aporte de 50 pts por parte de cada vecino que tuviera una sepultura en propiedad en el campo santo, entre los que se encontraba Cerámicas Guisasola al adquirir una decena de sepulturas, además de aportar el ladrillo y la teja para el depósito de cadáveres y el adorno del montante del muro de cierre. El terreno para hacer la ampliación, se obtuvo por medio de una donación realizada por la esposa de Javier Cavanilles.

La Voz de Asturias, 21 de marzo de 1928.

El 16 de septiembre de 1929 se dio inicio a la obra de la torre de ladrillo y cemento, que vio su finalización el 12 de mayo de 1930, completada con la adquisición de una campana de media tonelada de peso, obras en las que de nuevo la implicación de la fábrica de Coruño fue determinante, cediendo la madera para el andamiaje, y los elementos necesarios para elevar la campana a su ubicación definitiva, junto con la colocación del pararrayos. Por su parte, Guisasola aportó otra vez ladrillos y 9.634,61 pts necesarias para cumplir con el presupuesto de la obra.

La Voz de Asturias, 29 de diciembre de 1929.

El 20 de junio de 1930 las obras del campanario fueron finalizadas. Sin embargo, la actividad constructiva del párroco no se detuvo ahí, sino que procedió a la compra de dos días de bueyes de terreno, con el fin de dotar a la iglesia de un campo que le diera más prestancia al edificio. Un campo delimitado con un muro en el que se abrió una zona de entrada, y cuyo coste total, cifrado en 3.008,20 pts salieron, según el diario Región, del propio bolsillo del párroco.

Aspecto actual de la torre campanario de la iglesia de Cayés. Foto del autor.

Item más. en diciembre de ese año finalizaron las obras del camino que unía la iglesia con la casa parroquial, de nuevo gracias a la inestimable ayuda de la Fábrica de Explosivos, que proporcionó la pólvora necesaria y el material para el firme, que fue transportado por los vecinos del barrio de Campiello, en sus carros. La cantidad económica de 966,50 pts restante, de nuevo fue aportada por el sacerdote.

Región, 18 de junio de 1931.

En agosto de ese año, se estaban culminando las obras de la nueva capilla del Santo Cristo con la que se dotó al templo, así como la ampliación de la sacristía, que culminarían una remodelación total del templo que habían costado más de 20.000 pts de la época, en total.

Imagen de la iglesia con el tejado colapsado en diciembre de 2003. Foto del autor.

Ya en el siglo XXI, concretamente en diciembre de 2003, la estructura de buena parte de la techumbre no aguantó más y se produjo un hundimiento, afortunadamente, en un momento en el que no había ninguna persona en su interior, que obligó a trasladar el culto durante un largo periodo de tiempo hasta que se puedo solucionar el problema y volver a abrirla al culto.

Noticias publicada en el diario Región el 29 de enero de 1931, resumiendo las obras realizadas en la iglesia parroquial de Cayés durante los cinco años anteriores.

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